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Pozo Ceremonial

Un templo moche en el complejo arqueológico El Brujo


Por Jose Alva y Augusto Bazán



Las prospecciones arqueológicas de setiembre de 1994 ubicaron, a partir de un hoyo de huaquero en las inmediaciones de la Huaca Cao Viejo, un pozo ceremonial. La profundidad de la profanación era sospechosa; tenía 4 metros. Por dicha razón, se decidió intervenir en el lugar y así entender qué indicio perseguían los saqueadores. Las intervenciones determinaron que aquella gran depresión respondía a una estructura subterránea de gran dimensión, en cuyas profundidades afloró agua. Es así como se descubrió al pozo ceremonial del Complejo Arqueológico El Brujo.


¿Cómo es el Pozo Ceremonial?




La estructura fue trabajada en el suelo natural del complejo arqueológico. Los antiguos mochicas excavaron aquellos duros sedimentos llenos piedra y cascajo, simulando la forma de un espiral o caracol. Por medio de escalinatas labradas en dichos sedimentos, se descendía a una pequeña poza donde aún hoy en día se encuentra un ojo de agua. Las paredes del gran pozo no recibieron acabado, por lo que sus perfiles aun muestran las piedras naturales de la formación geológica. El pozo tiene 12.47 m de profundidad y su boca es de forma circular, con un diámetro aproximado de 3.40 m.


¿Qué encontraron los arqueólogos?




Las intervenciones arqueológicas retiraron aproximadamente una tonelada de tierra que rellenaba el pozo. En el interior de dicho relleno se encontró materiales de culturas previas. Por ello se supone que los antiguos moche utilizaron tierras de las inmediaciones para clausurar la estructura.

Entendiendo que el relleno tenía la misma profundidad del pozo (12 m), tuvo que ser depositado en distintos niveles, compuestos por tierra, fragmentos de cerámica y restos óseos de seres humanos y animales. A partir del cuarto nivel, la humedad fue más notoria. Sorprendentemente, fue ahí donde se encontró una cama de piedras que cubría a un individuo masculino de aproximadamente 30-40 años de edad. Debajo de él se almacenaba el agua, en una cavidad de 2.5 m de diámetro, que era alimentada a través de tres conductos debidamente identificados por las excavaciones.


¿Para qué servía el pozo y por qué fue abandonado?




Muestras del agua fueron enviadas al laboratorio para determinar su calidad. Los resultados determinaron que el agua no es apta para trabajos agrícolas, mucho menos para consumo humano. Es por ello que los arqueólogos plantean que la existencia de la estructura responde a criterios eminentemente ceremoniales, asociados al culto moche del agua.

En el repertorio iconográfico moche aparece recurrentemente formas en espiral. Por ejemplo, existen representaciones de estructuras subterráneas asociadas a esqueletos que descienden hacia ellas. Además, la espiral está plasmada de manera recurrente en la decoración arquitectónica de los principales espacios sagrados de los templos moche.

Finalmente, el entierro de un individuo masculino es interpretado como la primera actividad dentro del evento de abandono y clausura del pozo. Cuando los antiguos moche decidieron no usarlo más, depositaron a este personaje y enterraron a la estructura tal como si fuera una persona importante, con fiestas y ofrendas.

Todo lo relatado brinda una idea de la relevancia ritual de dicha estructura subterránea en las actividades ceremoniales de los mochica que habitaron el Complejo Arqueológico El Brujo.


Bibliografía

  • Franco, R., Gálvez, C.; Vásquez, S. (1998). “Un pozo ceremonial moche en el Complejo Arqueológico “El Brujo”. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales 5: 307-328.
  • Franco, R., Gálvez, C. (2003). “Un pozo ceremonial moche en el Complejo Arqueológico El Brujo. Un caso de arquitectura mochica subterránea”. Arkinka 97: 88-95.
  • Mujica, E. (Ed.) (2007). El Brujo. Huaca Cao, Centro Ceremonial Moche en el Valle de Chicama. Lima: Fundación Wiese.

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