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Por: Jose Ismael Alva Ch.
Arqueólogo Residente del Complejo Arqueológico El Brujo
“Cuentan algunos indios que antiguamente antes que los Incas tuviesen señoríos, hubo en este valle un poderoso señor, a quien llamaban Chimo, como el valle se nombra ahora. El cual hizo grandes cosas venciendo muchas batallas y edificó unos edificios que, aunque son tan antiguos, se parece claramente haber sido gran cosa.” (Cieza de León, 1984, p. 207)
Entre los años 900 y 1470 d. C. el señorío Chimú se desarrolló como una de las sociedades más emblemáticas y poderosas de la costa norte del antiguo Perú. Antes de su anexión al Tahuantinsuyu, los chimúes habían iniciado y luego consolidado un proyecto expansionista que llegó a abarcar un amplio territorio desde Piura hasta el norte de Lima, teniendo a Chan Chan como su ciudad capital (Moore & Mackey, 2008). En este proceso de expansión imperial, Chimú impulsó la construcción de centros administrativos y sistemas de irrigación en los valles incorporados.
El Chicama es uno de los valles más fértiles de la costa norte. Esta condición fue producto del régimen torrentoso de su río, responsable en aportar grandes volúmenes de agua durante la estación de verano; así como por la inversión de fuerza de trabajo en la construcción de sistemas de canales, los mismos que contribuyeron redirigir aquellas aguas con la finalidad de ampliar las áreas cultivables en desde época Cupisnique hasta época Chimú (Bazán, 2022; Huckleberry et al., 2017).
Alrededor del siglo XIII d. C., los chimúes incursionaron en el valle de Chicama y buscaron aprovechar las aguas de su río para potenciar la agricultura en las pampas de Mocan (en la margen derecha del Chicama) mediante remodelaciones del sistema de canales de Ascope, originalmente construido, hasta donde sabemos, durante época Lambayeque (900-1200 d. C.) (Huckleberry et al., 2017; Watson, 1979, pp. 175-176).
Por otra parte, en la margen sur del valle, se construyó un enorme acueducto de 84 kilómetros de largo. Dicho acueducto fue dado a conocer por el hacendado e investigador Rafael Larco Hoyle bajo el nombre de canal La Cumbre; sin embargo, adscribió su elaboración y uso a la sociedad mochica (200-800 d. C.). Mas tarde, en la década de 1960, Paul Kosok destacaría su magnitud en fotos aéreas y lo renombraría canal Chicama-Moche. El acueducto tenía su bocatoma en la localidad de Sausal, ubicada a 40 kilómetros al este del litoral, y estaba proyectado a beneficiar los campos de cultivo periféricos a Chan Chan en el valle de Moche (Kosok, 1965, pp. 105-106). La magnitud y características del este canal intervalle suscitó la atención de varios investigadores desde la década de 1970. En particular, la tesis doctoral de James S. Kus documentó la trayectoria del canal e identificó un asentamiento de clara traza arquitectónica Chimú en la Quebrada del Oso (Kus, 1972, pp. 144-163).
Figura 1. Representación del sistema de canales de Ascope (izquierda) y el canal intervalle Chicama-Moche (derecha). La monumentalidad e importancia de este sistema hidráulico prehispánico del valle de Chicama era destacable aún en el siglo XVIII. Dibujo publicado por el Obispo Martínez Compañón (Martínez Compañón, 1998, f. 11).
La ocupación Chimú en el valle de Chicama no solo se expresó en la construcción de obras hidráulicas. En la actualidad se conservan, de manera muy puntual, los restos de algunos de los edificios Chimú erigidos mayormente sobre la antigua arquitectura Mochica y Lambayeque, con el objetivo de garantizar su máximo aprovechamiento de las aguas del río y consolidar de su dominio (Clément, 2016; Prieto, 2014).
El sitio de Quebrada del Oso y el sector residencial tardío del Complejo Arqueológico El Brujo son los exponentes mejor preservados de la presencia Chimú en el Chicama.
Figura 2. Mapa del valle de Chicama con los sistemas de riego y los asentamientos de época Chimú. Mapa publicado por Camille Clément (Clément, 2016, fig. 2).
El sitio de Quebrada del Oso está localizado cerca de la localidad de Chicamita. Muestra tres sectores bien diferenciados, los mismos que estarían reflejando relaciones de jerarquía entre sus ocupantes; siendo el edificio central el más destacado por presentar “audiencias”, la típica forma arquitectónica Chimú existente en Chan Chan y en sus asentamientos provinciales (Keatinge, 1974, p. 75). En todos los casos, la función general del sitio estaba orientada al mantenimiento del canal intervalle y el aprovechamiento agrícola de la quebrada (Clément, 2016, p. 41; Keatinge, 1974, p. 79; Kus, 1972, p. 144). Con respecto a este último punto, Kus registró seis tipos de campos agrícolas asociados a Quebrada del Oso en base a los surcos que ostenta (ver Figura 4).
La cronología del sitio es discutida por Thomas y Shelia Pozorski. Ellos obtuvieron nueve muestras radiocarbónicas provenientes de la sección del canal intervalle directamente asociado al asentamiento de Quebrada del Oso, cuyas fechas se encuentran en el rango de 1040 y 1310 d. C. Sin embargo, los investigadores no detallaron los tipos de materiales datados o discutido la idoneidad de las muestras (Pozorski & Pozorski, 1982, pp. 860, 866); por lo que aún quedan pendientes análisis detallados que diluciden tanto los tiempos de la construcción del canal como el uso del sitio de Quebrada del Oso.
Figura 3. El sitio de Quebrada del Oso en el valle de Chicama. (Keatinge, 1974, fig. 22).
Figura 4. Los seis tipos de campos agrícolas identificados por James Kus en el sitio Quebrada del Oso (Kus, 1972, fig. 2-7).
El Complejo Arqueológico El Brujo contiene las evidencias de ocupación humana continua con una antigüedad de 14 000 años. En esta prolija historia cultural, las huellas de la presencia Chimú se expresan en pequeñas viviendas y plazas aglutinadas y distribuidas en una extensa área al sur de la Huaca Cortada. Su configuración arquitectónica era similar a la existente en los sectores residenciales de la población de menor rango social de Chan Chan. Sin embargo, las investigaciones de James Tate permitieron detallar que dentro de este lugar vivían pescadores, agricultores, artesanos y una élite que tenía acceso privilegiado a bienes especiales como el spondylus, cuya vigencia se mantuvo en tiempos del Tahuantinsuyu (Tate, 2006, pp. 315-317).
Asimismo, otras evidencias documentadas en el Complejo Arqueológico El Brujo son las estructuras funerarias. En la década de 1930, los arqueólogos Wendell Bennett y Alfred Kroeber identificaron cementerios con cerámica Chimú en áreas cercanas al complejo, pero de ellos ya no queda mucho debido al intenso saqueo.
Figura 5. Plano del sector residencial Chimú del Complejo Arqueológico El Brujo (Tate, 2006).
Figura 6. Botellas de estilo Chimú procedentes de tumbas saqueadas del Complejo Arqueológico El Brujo (Bennett, 1939, fig. 17).
El valle de Chicama fue uno de los primeros espacios geográficos que los chimúes incorporaron en su expansión territorial. Su dominio se basó principalmente en optimizar la producción agrícola en favor de su metrópoli, para lo cual desplegaron enormes esfuerzos en planificación, en el traslado de materiales de construcción y en la movilizaron a las comunidades, mayormente campesinos, para la ejecución de los proyectos constructivos de canales de irrigación y de sitios dedicados al mantenimiento y la gestión del agua.
Por otro lado, las evidencias en el sector residencial Chimú de El Brujo nos señalan que, para esta época, existía una marcada jerarquía social al interior de esta comunidad como las ya identificadas en la ciudad de Chan Chan; sin embargo, nuevas y comprensivas investigaciones relativas a las comunidades del valle, permitirán evaluar el alcance de estas diferencias sociales entre las comunidades prehispánicas del Chicama.
Bazán, A. E. (2022). El Valle de Chicama. www.elbrujo.pe
Bennett, W. (1939). Archaeology of the North Coast of Peru. An Account of Exploration and Excavation in Viru and Lambayeque Valleys (Anthropological Papers of the American Museum of Natural History, Volume XXXVII, Part I). The American Museum of Natural History.
Cieza de León, P. de. (1984). Crónica del Perú. Primera parte. Pontificia Universidad Católica del Perú.
Clément, C. (2016). Los chimú en el valle de Chicama (costa norte del Perú): Entre el desierto y el fenómeno El Niño. En N. Goepfert, S. Vásquez, C. Clément, & A. Christol (Eds.), Las Sociedades Andinas frente a los Cambios Pasados y Actuales. Dinámicas Territoriales, Crisis, Fronteras y Movilidades (pp. 17-50). Institut français d’études andines / Laboratoire d’Excellence Dynamiques Territoriales et Spatiales.
Huckleberry, G., Caramanica, A., & Quilter, J. (2017). Dating the Ascope Canal System: Competition for Water during the Late Intermediate Period in the Chicama Valley, North Coast of Peru. Journal of Field Archaeology. https://doi.org/10.1080/00934690.2017.1384662
Keatinge, R. (1974). Chimu Rural Administrative Centers in the Moche Valley, Peru. World Archaeology, 6(1), 66-82.
Kosok, P. (1965). Life, Land and Water in Ancient Peru. Long Island University Press.
Kus, J. S. (1972). Selected Aspects of Irrigated Agriculture in the Chimu Heartland, Peru [PhD Dissertation]. University of California.
Martínez Compañón, B. (1998). Trujillo del Perú. Agencia Española de Cooperación Internacional.
Moore, J. D., & Mackey, C. J. (2008). The Chimú Empire. En H. Silverman & W. Isbell (Eds.), Handbook of South American Archaeology (pp. 783-807). Springer.
Pozorski, T., & Pozorski, S. (1982). Reassessing the Chicama-Moche intervalley canal: Comments on «hydraulic engineering aspects of the chimu Chicama-Moche intervalley canal». American Antiquity, 47(4), 851-868.
Prieto, G. (2014). Chiquitoy prehispánico: Monumentos arquitectónicos del extremo sur del valle de Chicama, costa norte del Perú. Arkinka, 220, 1-13.
Tate, J. P. (2006). The Late Horizon occupation of the El Brujo site complex, Chicama Valley, Peru [PhD Dissertation]. University of California at Santa Barbara.
Watson, R. (1979). Water control and land use in the arid north coast of Peru: Prehistoric agricultural systems in the Chicama valley [PhD Dissertation]. University of Texas.