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Uno de los temas más fascinantes al respecto del Complejo Arqueológico El Brujo es precisamente su nombre. Según la RAE, brujo es “aquella persona, que realiza actos de magia o hechicería para dominar la voluntad de las personas o modificar los acontecimientos, especialmente si provoca una influencia dañina o maléfica sobre las personas o sobre su destino”.
Muchas historias y versiones se han tejido acerca de la proveniencia del nombre, siendo la más aceptada el hecho de la cantidad representativa de chamanes en la actual localidad de Magdalena de Cao. Se asume, además, que maestros destacados habrían preferido el gran corte de la Huaca El Brujo o Cortada para realizar sus rituales.
Sin embargo, el presente artículo, no pretende entender la razón del nombre sino la antigüedad del mismo, y quién por vez primera lo registra, haciendo los primeros esfuerzos en identificar los muchos edificios y espacios que componen hoy en día el complejo arqueológico.
Antonio Raimondi fue un naturalista italiano que migró al Perú en el año 1850 (Figura 1). Pronto destacó al asumir de la cátedra de Historia Natural, dictada en el Real Colegio de Medicina de San Fernando, y participar de las expediciones científicas para evaluar los depósitos de guano en las islas Chincha y los yacimientos de salitre en Tarapacá[1].
El destacado desempeño de Raimondi en estos trabajos fue vital para que luego el estado peruano financiara sus proyectos de exploración y reconocimiento sistemático de los recursos naturales del país, una empresa ambiciosa para la época.
En ese contexto, en la tarde del 20 de mayo de 1868, Antonio Raimondi llega al pueblo de Magdalena de Cao y permanece allí por cuatro días como base para sus visitas a los distintos lugares del valle bajo del Chicama. Como era costumbre suya, redactó sus observaciones en libretas que recientemente han sido publicadas en versión digital por el Archivo Nacional de la Nación (Figura 2).
Páginas 32 y 33 de la libreta de A. Raimondi, donde se leen sus notas y un croquis del Complejo Arqueológico El Brujo. Imagen: Archivo General de la Nación.
Al día siguiente, durante su recorrido por la campiña del Chicama, el naturalista prestó atención a una serie de construcciones prehispánicas de mediana altura localizadas frente al litoral. La densidad de estas huacas le dio a suponer que esta zona del valle, provistas de numerosas lagunas con peces, albergó una considerable población en la antigüedad.
A mediados del siglo XIX, el nombre El Brujo hacía referencia a toda la caleta ubicada al oeste del actual complejo arqueológico. Dicha playa era, como en el presente, frecuentemente concurrida durante los meses de verano por parte de los habitantes de Magdalena de Cao y las haciendas cercanas.
Raimondi no logra precisar el origen de la denominación El Brujo en la zona; sin embargo, registra los nombres que en aquel entonces servían para denominar los montículos más representativos del complejo arqueológico. Huaca Redonda era el edificio más norteño del asentamiento prehispánico y, aunque su forma no guardaba estricta relación con el nombre, ostentaba una altura notable. Considerando el rumbo del desplazamiento y el croquis elaborado por el naturalista, Huaca Redonda no parece ser otra que la actual Huaca Cortada.
(Figura 4). Pese a esto, llama la atención que Raimondi, siendo un observador acucioso, no haya dedicado descripción alguna de los notorios cortes realizados por saqueadores en el frontis sur de Huaca Cortada, lo que lleva a suponer que los gigantescos tajos de dicho edificio se efectuaron en tiempos posteriores a su visita al complejo.
Vista actual de la Huaca Cortada (o El Brujo), identificada como Huaca Redonda por Antonio Raimondi.
La Huaca Blanca es ubicada en la línea de playa. Tenía unas 10 varas de alto (8.4 metros aproximadamente) y estaba construida de adobes pequeños. La parte superior de la huaca presentaba una serie de divisiones cuadrangulares de 1 vara a 1 vara y media (84 cm a 125 cm aproximadamente). El hecho que una sección de esta huaca se hallara destruida por el oleaje marino y entendiendo que los antiguos peruanos eran diligentes en elegir sus asentamientos, hizo suponer a Raimondi que en tiempos remotos el mar tuvo un mayor retiro que el existente en el siglo XIX. La descripción de Huaca Blanca es congruente con el edificio suroeste del sector Paredones, el cual muestra un perfil de adobes organizados masivamente en conjuntos, comúnmente denominados como BAT (bloque de adobe tramado). Dicha técnica ha sido reportada y ampliamente documentada en los edificios Moche del complejo y de la región.
De Huaca Prieta, localizada en el extremo austral del complejo, se dijo poco. Raimondi señala que estaba construida por cantos rodados y tierra, dándole una apariencia de montículo natural. Por otro lado, detalla que en la base de Huaca Prieta existían pequeñas salinas, probablemente formadas por la mezcla de agua marina y de agua subterránea.
Dirigiéndose al norte, Raimondi llega al llamado Pueblo Viejo, el cual estaba constituido por las “ruinas de casas y de una iglesia”[1]. La superficie del lugar mostraba las huellas de siglos de saqueos. El explorador italiano detalló la numerosa existencia huesos y cráneos de características similares a los que él había visto en los cementerios indígenas a lo largo de la costa peruana. Estos vestigios humanos aún conservaban los restos de sus ajuares funerarios, constituidos por vasijas de cerámica, anillos de plata, collares de conchas y pequeños objetos de turquesa y vidrio. Todos estos elementos permitieron a Raimondi deducir que dicho pueblo debió ser fundado en tiempos posteriores a la conquista española y ocupado por una numerosa población nativa durante la colonia.
El último lugar visitado por Raimondi es Huaca Garrita (o Garita), uno de los montículos más elevados de todo el asentamiento. El croquis que grafica la disposición de los antiguos edificios en El Brujo muestra que Huaca Garrita se encuentra adyacente al Pueblo Viejo. Esto revela sin lugar a dudas que dicho montículo es la actual Huaca Cao Viejo, el edificio tipo templo con mayores intervenciones arqueológicas, donde se encontró el contexto funerario de la Señora de Cao.
La visita documentada de Antonio Raimondi al Complejo Arqueológico El Brujo en el otoño de 1868, constituye un antecedente valioso en el proceso de investigación arqueológica. Marca un hito en el conocimiento de la historia de Magdalena de Cao y sus costumbres, así como los nombres por los que la población del Chicama denominaba a las huacas de El Brujo hace un siglo y medio (Figura 3).
Foto aérea del Complejo Arqueológico El Brujo tomada por el Servicio Aerofotográfico Nacional (SAN) en 1969. Los nombres en mayúscula son los utilizados en la actualidad, mientras que los que se encuentran entre corchetes son aquellos que Antonio Raimondi registró en su visita.
A ello debemos agregar las primeras inferencias vinculadas a la cronología de la ocupación del complejo arqueológico. Basándose en el modo de construcción, estado de conservación de la arquitectura y el uso de ciertos objetos, Raimondi distingue una época colonial representada por el Pueblo Viejo y otra época prehispánica representada por las grandes huacas.
Casi 80 años después, las excavaciones arqueológicas de Junius Bird en la conocida Huaca Prieta revelarían que la antigüedad de la ocupación prehispánica en El Brujo se remontaba al menos 5,000 años antes del presente.
[1] Lizárraga, Lizardo. 2003. “Raimondi y sus vinculaciones con la ciencia europea, 1851-1890”. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 32(3):517-537.
[2] Archivo General de La Nación. Archivo Republicano, Fondo Antonio Raimondi, Viaje a Trujillo. Valle de Chicama – San Pedro de Guadalupe – Monsefú – Chiclayo – Lambayeque y Hacienda de Patapo (1868), Pp. 32.
Enlace al Archivo General de La Nación / Fondo Antonio Raimondi:
http://200.37.79.140:8080/ConsultaWeb/showInformacionNodo/148fe7b4db476000000000000000007b
Enlace al Archivo General de La Nación / Fondo Antonio Raimodi / Viaje a Trujillo. Valle de Chicama- San Pedro de Guadalupe- Monsefú- Chiclayo- Lambayeque y Hacienda de Patapo:
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