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Jose Ismael Alva Ch.
Uno de los descubrimientos moche que nos ha permitido comprender cómo funcionaba el poder en esta cultura, es el del “Guerrero-Sacerdote” que fue hallado en Huaca La Cruz en el valle de Virú, en 1946. Este fue el primer hallazgo de una tumba moche que fuera intervenida bajo procedimientos científicos, lo que permitió su conservación. En la tumba se pudo identificar como personaje principal a un sujeto adulto de sexo masculino, el cual estaba acompañado de un sacrificio humano: un adolescente. Al sujeto de poder acompañaban también ofrendas, entre las que destacó un cetro de madera tallado con la figura del “Decapitador”, un rasgo que permitía identificar la importancia del hombre a quien pertenecía este enterramiento (Strong, 1947). Aunque el anterior fue un descubrimiento importante, aún faltaban hallar otras tumbas de la élite moche que han permitido una mejor comprensión de cómo funcionaba el poder en esta cultura: los hallazgos de la Señora de CAO y los Señores de Sipán.
41 años después, al este de Huaca Rajada se halló una plataforma funeraria en donde reposaban los restos mortuorios de la élite moche (Alva, 2008). Las tres edificaciones que conforman la plataforma funeraria presentan ocupaciones desde el año 140 al 830 d.C. y en ella se intervinieron 12 tumbas, de las cuales las identificadas como Tumba 1 y Tumba 3 eran las del Señor de Sipán y la del Viejo Señor de Sipán, respectivamente (Aimi et al. 2016).
La cámara funeraria del Señor de Sipán medía 5 x 5 metros de lado y en el fondo de ella se ubicaba un ataúd de madera que contenía los restos del gobernante moche el cual, según los estudios realizados, habría muerto entre los 35 y 45 años, posiblemente entre los años 610 a 715 d.C. Al hombre acompañaban ocho sacrificios humanos: tres mujeres, cuatro hombres adultos y un infante, así como tres animales (Aimi et al., 2016, p. 139; Alva, 2008, p. 72).
La importancia de este hallazgo radica en que fue la primera tumba de la que se pudieron recuperar intactos, tanto las osamentas como el ajuar funerario del gobernante moche, un suceso que, hasta el momento no había sido posible a causa de los saqueos. El ajuar funerario del señor de Sipán estaba elaborado en metal y piedras semipreciosas e incluía piezas como orejeras, narigueras, collares, pectorales, brazaletes, calzado, cetros, etc. que, en conjunto eran el símbolo del poder y el rango que este hombre había tenido en su tiempo (Aimi et al., 2008).
El descubrimiento del viejo Señor de Sipán se dio en 1989 bajo el nivel de la Tumba 1. Este habría tenido entre 45 y 55 años al fallecer y este suceso habría ocurrido entre los años 140 a 525 d.C. A diferencia del anterior, el fardo funerario del viejo Señor de Sipán se colocó sobre una capa de sulfuro de mercurio, el cual destacaba por su intenso color rojo. En la tumba también se hallaron dos sacrificios, uno de una mujer joven y, el otro, de un camélido. mortuorio (Aimi et al., 2016, p. 139; Alva, 2008, p. 80). El ajuar funerario que poseía el viejo señor, tenía una riqueza similar al del Señor de Sipán, lo que es un indicio de que compartían el mismo rango, aunque en diferentes épocas.
Una notoria diferencia entre ambos sepulcros es la cantidad de sacrificios, así como las figuras religiosas que poseía la tumba del viejo señor. Si se contrasta estos hallazgos, se podría decir que son evidencia del cambio progresivo en el sistema de culto moche y de la consolidación del poder secular sobre el sacerdotal (Alva, 2008, p. 80).
Los hallazgos de la élite moche no se detendrían con el anterior. Quince años después, en el valle de Chicama, la tumba de la Señora de Cao sería un descubrimiento peculiar ya que hasta la fecha no se había contemplado la idea de que una mujer pudiera tener un puesto de poder dentro de la cultura mochica.
A diferencia de los anteriores, la llamada Señora de Cao habría fallecido más joven, posiblemente a los 25 años, entre el siglo IV y V d.C. Igual que en las tumbas de los señores de Sipán, aquella también estaba acompañada de un sacrificio humano que, en este caso, era un adolescente; además de vasijas cerámicas. El ajuar que acompañaba a la Señora de Cao también es muestra de su poder y estaba conformado por aretes, narigueras, collares, vestidos, coronas, diademas y porras, los cuales destacaban por la gran destreza artesanal de su fabricación.
A partir de la información proporcionada en este artículo, podemos decir lo siguiente: posiblemente la Señora de Cao y el Viejo Señor de Sipán habrían sido contemporáneos, mientras que el Señor de Sipán habría vivido dos siglos después que los anteriores. En cuanto a los roles de los personajes mencionados existe una escena conocida como “Ceremonia del Sacrificio” la cual está plasmada en una botella de asa estribo. La escena ha permitido sugerir a los arqueólogos las identidades de los personajes de la élite moche a partir de las insignias que portan.
Para Jürgen Golte, la serpiente bicéfala de la “Ceremonia del Sacrificio” es símbolo de la Vía Láctea y marca la ejecución de un rito durante el equinoccio de septiembre el cual inicia la estación húmeda que es importante para las sociedades agrícolas andinas. Si se sigue esta hipótesis se plantea que ciertos individuos de la sociedad moche, por los atuendos litúrgicos que portan, ocuparían determinados roles y representarían a determinas divinidades en las ceremonias de este pueblo. Si se ve el gráfico, la figura A, receptora de la copa ceremonial, estaría representando a los señores de Sipán, mientras que, la figura D a la Señora de Cao y, en ambos casos, la autoridad política ejercida por dichos individuos se fundía con el sistema religioso a través de la personificación de deidades diurnas y nocturnas respectivamente.
Pese a los descubrimientos obtenidos con el pasar de los años, aún quedan muchas preguntas por hacernos respecto a las clases gobernantes de la sociedad mochica, por ejemplo, la forma como se sustentaba el poder entorno a estos personajes. Es importante agregar que el estudio de las clases gobernantes debe abarcar más allá de las relaciones de poder, así como la lectura histórica de los jefes de menor rango (tanto en ámbitos urbanos como rurales) que también formaban parte de las jerarquías moche.
BIBLIOGRAFÍA