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La cerámica andina tiene sus raíces en las dinámicas sociales de los antiguos grupos humanos que habitaron los Andes, permitiendo la disponibilidad de una serie de recipientes y objetos que potenciaron los procesos económicos y políticos de la región. Este legado milenario expone la destreza técnica y creatividad de las sociedades precolombinas, a la vez que actúa como un registro tangible de su vida cotidiana, creencias y estructuras sociales.
Las evidencias de las antiguas tradiciones productivas de cerámica arqueológica en la región, como los del complejo arqueológico El Brujo, revelan detalles fascinantes sobre las trayectorias históricasde esta práctica que datan de las épocas Cupisnique y Mochica. Por ejemplo, la forma de los recipientes muestran patrones de consumo, mientras que las iconografías en las piezas aportan información sobre los sistemas de comunicación y las estructuras sociales.
Algunas de estass piezas trascienden su función utilitaria y se convierten en potentes vehículos de reproducción ideológica, muchas de ellas cautivando a ciertos investigadores que buscan describir los discursos de poder del pasado. Por otro lado, la cerámica andina es una ventana para entender un complejo universo de relaciones económicas y de gestión política, la cual parte desde la obtención de materias primas (arcillas, pigmentos, etc.) hasta los usos sociales de los objetos de barro..
Acompáñanos a descubrir los secretos de la cerámica andina, basándonos en las revelaciones del libro La Cerámica de El Brujo: épocas Cupisnique y Mochica.
En el norte sudamericano, arqueólogos han hallado las primeras evidencias de cerámica en América, abarcando países como Brasil, Guyana, Venezuela, Colombia y Ecuador. Uno de los descubrimientos más antiguos corresponde a la llamada cultura Taperinha, en el bajo Amazonas, donde comunidades de pescadores y recolectores empezaron a usar cerámica entre el 5663 y el 5315 a.C.
Otra evidencia relevante se encuentra en el noreste de Colombia, en San Jacinto. Aquí, las cerámicas más antiguas datan de entre el 4946 y el 3900 a.C. Estos fragmentos están asociados a asentamientos temporales donde se realizaban actividades culinarias y rituales grupales, destacándose el uso de hornos subterráneos y la posible distribución de alimentos en contextos ceremoniales.
En el caso de Ecuador, la cultura Valdivia es un referente fundamental en el desarrollo de la cerámica americana. Originada alrededor del 3800 a.C., esta cultura destacó con la producción de vasijas de diversas formas y decoraciones, como ollas de cuello alto y cuencos semiesféricos, las cuales evolucionaron a lo largo de ocho fases estilísticas identificadas. Estos avances reflejan una economía bimodal basada en la agricultura y la pesca, así como una complejidad social que se evidencia en sus patrones de asentamiento.
Figura 1: Mapa del norte de Sudamérica con algunos de los sitios mencionados en el texto.
En los Andes centrales, principalmente en el Perú, la cerámica hizo su entrada relativamente tarde, entre el 1700 y el 1500 a.C., gracias a la adaptación de conocimientos provenientes del norte de Sudamérica. Este retraso ha desconcertado a los investigadores, ya que las sociedades andinas ya mostraban una notable complejidad social. Hallazgos en sitios como Tutishcainyo (Ucayali) y Kotosh (Huánuco) evidencian una alfarería de alta calidad, con formas sofisticadas que sugieren un intercambio cultural clave desde la Amazonía, la sierra norte o la costa.
El complejo arqueológico El Brujo es un extenso yacimiento ubicado cerca de la desembocadura del río Chicama, en la costa norte del Perú, y escenario de 14,000 años de historia social. En ese sentido, alberga evidencias tanto de las primeras comunidades de cazadores-recolectores como de los vestigios de una aldea de pescadores republicanos. En ese largo proceso histórico, la cerámica ha sido uno de los testimonios materiales de mayor uso desde su introducción en los Andes centrales alrededor del año 1700 a.C.
Figura 2: De izquierda a derecha, Botella de gollete simple Cupisnique (EBBCE00000-1), Cántaro Gallinazo (EBBCE00000-72) y Botella de gollete con asa estribo (EBBCE00000-135)
Si deseas profundizar en el legado de nuestras culturas, te invitamos a adquirir el libro La Cerámica de El Brujo: épocas Cupisnique y Mochica. Esta obra ofrece una detallada descripción de las piezas de cerámica completas recuperadas de contextos arqueológicos clave pertenecientes al periodo Formativo (1700 – 200 a.C.) y al Intermedio Temprano (200 a.C. – 700 d.C.).
Con el propósito de sistematizar el material hallado —parte fundamental de las colecciones custodiadas en el Museo de Sitio de El Brujo—, el libro presenta una lectura cronológica acompañada de abundante detalle gráfico, que permite apreciar y entender mejor este invaluable legado cultural.
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