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La cultura mochica ha sorprendido por sus prácticas funerarias complejas. Entre los descubrimientos más destacados está ...
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El jueves 11 de agosto se llevó a cabo la segunda fecha de la octava edición del Coloquio Internacional de Arqueología. En esta oportunidad se abordaron temas relacionados a diversas investigaciones arqueológicas en diferentes zonas del Perú a través del tema: Cronologías de la Costa Norte del Perú. Recientes estudios y panoramas.
El evento contó con la presencia de importantes científicos e investigadores como Peter Kaulicke, Doctor en Antropología y Arqueología por la universidad de Bonn y Profesor Principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú; Daniel Contreras, Doctor en Ciencias Antropológicas en la Unidad de Stanford y profesor de la Universidad de Florida (EE. UU.); Benjamin Vining, PhD. en Arqueología de la Universidad de Boston y profesor de la Universidad de Arkansas (EE. UU.).
También participaron Tom Dillehay, profesor de Antropología de la Universidad de Vanderbilt; Peiyu Chen, investigadora del Instituto Sinica en Taiwan; y Michele Koons, curadora de arqueología del Museo de Denver en EE. UU.
El primer bloque fue moderado por Augusto Bazán, Director de Investigaciones de la Fundación Wiese, quien señaló, como base del conversatorio, la necesidad de construir mejores secuencias cronológicas. Esto tendría un impacto positivo en los márgenes temporales y ayudaría a entender con mayor profundidad y precisión las dinámicas sociales de la época.
El Doctor Kaulicke mencionó que el fechado de Carbono 14 ha mejorado el mapeo de los espacios temporales y, en ese sentido, resaltó la importancia de la arquitectura para entender mejores aspectos sociales destacando que con ello se obtiene una perspectiva central para comprender la visión de culturas como la Mochica.
Por otro lado, subrayó que por más que la arquitectura de las civilizaciones prehispánicas arroje información estadística es mejor evitar caer en generalizaciones y simplificaciones sobre los resultados de cada investigación arqueológica que se realiza.
“Tenemos que tratar de reconocer y mejorar las metodologías más refinadas para definir cambios temporales, no cambios interpretativos o sociales, sino algo que se puede definir en el campo”, concluyó el Doctor Kaulicke.
En la presentación del Doctor Contreras abordaron el tema del Carbono 14 y el modelamiento bayesiano en la arqueología andina, el cual puso varias preguntas interesantes sobre la mesa a partir de una didáctica ejemplificación con el contexto funerario de la Señora de Cao.
A su vez, mencionó la importancia de escoger los fechados más útiles a la hora de construir un modelo cronológico. Para ello, usó de ejemplo a la Huaca Cao Viejo y a otras más. Todo esto para poder entender la distribución política de la cultura Moche y cómo se desarrolló a lo largo del valle de Chicama.
“Pensando en el caso de Huaca Cao Viejo o El Brujo, me parece una pregunta bien interesante la distinción entre una huaca cuya construcción y uso abarca un periodo de 6 siglos, y por otro lado, la posibilidad de una huaca que se levantó, se remodeló y se abandonó hace 2 siglos (200 años). Esto tiene implicancias profundas para nuestros modelos del proceso político Moche”, enfatizó Contreras.
El PhD. en Arqueología expuso sobre los estudios que se han hecho en los Andes Centrales acerca de los cambios climáticos y su correlación con los contextos arqueológicos. Para eso, aclaró que es necesario aplicar la colación, correlación y causalidad, ya que estos pasos son una cadena de actividades que conducen a explicaciones más exactas de eventos que sucedieron en el pasado.
Presentando el ejemplo del fenómeno de El Niño Oscilación del Sur (ENOS) y los datos indirectos que este puede arrojar a través del tiempo en los sedimentos marinos, precipitaciones y condiciones ecológicas, recalcó que todas las condiciones climáticas y medioambientales en las investigaciones arqueológicas son no estacionarias.
El segundo bloque fue moderado por José Alva, Arqueólogo Residente de la Fundación Wiese, quien resaltó la importancia de las investigaciones arqueológicas que se han hecho en las cuencas de Virú, Moche, Chicama y Jequetepeque para establecer cronologías más precisas a través de diferentes métodos como el Carbono 14.
Con más de 30 años de investigación en la Costa Norte del Perú, sus intereses se han centrado en los principios de la organización sociopolítica, demográfica y económica de la cultura andina, por lo que remarcó que para él la cultura Chavín, a diferencia de lo que muchas piensan, es la finalidad de un proceso largo que empezó en el periodo precerámico.
Para ello y como resultado de diversas investigaciones, aseguró que la mayor evidencia arqueológica de vida humana temprana proviene de la cuenca de Nanchoc en el valle medio del Alto de Zaña y en la zona de Huaca Prieta en el valle de Chicama.
Esto debido a que se observaron patrones de movimientos por consecuencia, posiblemente, de las estaciones climáticas, que dieron pase a diversos recursos marinos y vegetales en distintas épocas del año: “En Huaca Prieta hemos encontrado fibras de algodón fechado calibrado 6500 años atrás, pero los tejidos comienzan cerca de los 5800-6000 años atrás con diseños. Y a veces son diseños de ocre, rojo y amarillo y también este pigmento que se llama índigo”, agregó el también profesor universitario.
La investigadora Chen mencionó que Huaca Negra es reconocida como sitio del Periodo Inicial desde las investigaciones arqueológicas realizadas en el Valle de Virú en 1946. Sin embargo, mostró las conclusiones a las que llegó debido a las excavaciones que realizó en el 2015. Con esto mostró una estratigrafía de ocupación relativamente completa.
La ponente remarcó que con los datos más recientes podemos revisar la información que tenemos hasta la fecha de la Huaca Negra y su relación directa con período Precerámico Tardío, poniendo en contexto que esta huaca fue ocupada entre los años 3250 y 1200 a. C. Para ella, con las nuevas metodologías es más fácil ilustrar una ruta más detallada sobre ocupaciones humanas en diferentes culturas.
“Creo que necesitamos más datos para refinar la resolución, pero el trabajo actual debería ser un paso alentador para futuras investigaciones. Con más muestras y con más estrategias se puede demostrar mejor y podemos mejorar nuestra comprensión sobre esta época”, concluyó la investigadora Peiyu Chen.
La Doctora Koons presentó aspectos importantes sobre lo que conocemos actualmente en la cronología Moche, a través de todas las fechas radiocarbónicas que se conocen actualmente de esta cultura. En esta parte de su ponencia presentó evidencia de hallazgos en Alto Piura, Huaca Santa Rosa de Pucalá, Jequetepeque, entre otras.
Aseguró que el objetivo final es construir un modelo bayesiano que pueda usarse para entender la arquitectura, cerámica y otros materiales culturales. Para ella, estos análisis facilitarán nuestro entendimiento sobre cómo la cultura Moche fue cambiando a través de diferentes periodos no solo en aspectos artísticos, sino en dinámicas sociopolíticas.
“Con las consideraciones cronológicas podemos apreciar muchas cosas que necesitamos pensar más. Sobre por qué la mayoría de las fechas que ahora que estamos viendo son posteriores a los años 600, ahora tenemos más y necesitamos entenderlo mejor que al inicio”, concluyó la Doctora Koons.
Ingrid Claudet, gerenta general de Fundación Wiese, cerró la segunda fecha del VIII Coloquio Internacional de Arqueología y agradeció a los ponentes, moderadores y a las personas de todas las partes del mundo que se conectaron a este evento. Finalizó invitando a los participantes a seguir la última fecha, donde se abordarán conclusiones y proyecciones a futuro sobre la investigación arqueológica y otros temas trascendentales de la cultura peruana.
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