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El Perú es un país rico en historia y cultura, y una de las manifestaciones más fascinantes de su pasado se encuentra en el arte prehispánico. A lo largo de milenios, diversas civilizaciones florecieron en nuestro país, dejando un legado artístico único que aún hoy en día nos maravilla. En este artículo, nos centraremos en el arte prehispánico de la cultura Mochica, una de las civilizaciones más importantes y destacadas del antiguo Perú.
La textilería mochica es sin lugar a duda un legado impactante de esta cultura prehispánica. Podemos ver impresionantes muestras textiles en ajuares funerarios, como los hallados en la tumba de la Señora de Cao; así como en los tapices tejidos por sus artesanos.
En cuanto a las técnicas textiles que usaron, resaltan la del repliegue o los dobleces, como podemos observar en el caso del cubre espaldas del chaleco litúrgico mochica, perteneciente a un individuo de la élite hallado en la que fue denominada Tumba 1.
Para la elaboración de tapices, los mochicas usaron otras técnicas como el tapiz ranurado, a través de la cual podían representar colores ricos y variados en su tapicería. Es interesante mencionar aquí, que esta civilización prehispánica contó con centros donde se formaba a la población seleccionada para su elaboración.
En las grandes construcciones legadas por los mochicas también podemos ver muestra de su arte a través de los murales pintados en sus huacas. Mediante esta manifestación artística, los mochicas eran capaces de transmitir una codificación simbólica del poder de la élite; en ese sentido, no tenían un fin únicamente decorativo, sino que tenían un rol de vector ideológico.
Como parte de las investigaciones realizadas en el Complejo Arqueológico El Brujo, fue en la Huaca Cao Viejo donde se encontraron las primeras evidencias de relieves polícromos dentro de una construcción mochica de la costa norte.
En cuanto a qué tipo de escenas se manifiestan en los murales mochica, entre estas podemos reconocer a escenas de sacrificio, murales dedicados a la deidad Aia Paec, murales alusivos a las profesiones practicadas por la población mochica, así como murales inspirados en rituales.
Como sucedió con la textilería mochica, los artistas murales de esta cultura también se encontraban a servicio de la élite, por lo que, según indica Véronique Wright tenían una libertad de creación limitada, puesto que debían utilizar códigos preestablecidos e impuestos por ellos. Debido a ello es común ver que la paleta cromática de los murales no supera los cinco colores de base, donde se observa generalmente el blanco como color de fondo.
Las habilidades artísticas de los mochicas también se vieron manifestadas en su cerámica. Mediante esta mostraban la cosmovisión de su pueblo; de hecho, en las piezas cerámicas hechas por esta civilización, los investigadores han reconocido dos grandes motivaciones; por un lado, la expresión de la vida diaria de los habitantes y, en segundo lugar, su religión.
Respecto a la primera motivación, resulta interesante observar la gran cantidad de cerámicas que tienen iconografía o forma animal, mediante esta podemos comprender con qué especies animales convivía esta civilización durante su apogeo.
En la línea que alude la representación de la vida diaria mochica, también es necesario mencionar que entre los tipos de escenas que se plasmaron en la cerámica se encuentran alusiones a la pesca, la agricultura, sus relaciones interpersonales, entre otros.
En cuanto a las representaciones religiosas, las que resaltan son las alusivas a rituales de sacrificio, principalmente las que aluden a sacrificios realizados en el Cerro Campana. En estas escenas, además de las figuras de los sacrificados y del encargado del ritual, destaca la presencia de una deidad con cinturón de serpiente y rasgos felinos.
Como parte de las cerámicas rituales también es interesante mencionar a los huaco retratos mochicas, los cuales se habrían hecho con fines ceremoniales; principalmente funerarios, aunque han habido huaco retratos hallados en unidades domésticas.
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