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La cultura Lambayeque, también llamada Sicán, estuvo presente entre los años 900 y 1350 d.C. en la costa norte del Perú, destacándose por sus avanzadas técnicas de metalurgia, orfebrería, cerámica y la agricultura de irrigación intensiva. Dentro de sus manifestaciones artísticas, las piezas cerámicas con la figura del Huaco rey o Dios Sicán sobresalen como una de las representaciones más enigmáticas e icónicas.
La historia de la cultura Lambayeque tiene sus raíces en una tradición mitológica que se remonta al legendario Naymlap. Según relatos recopilados por el cronista Miguel Cabello de Balboa, Naymlap llegó a las costas norteñas del Perú acompañado por un séquito, portando consigo un ídolo llamado Yampallec, una figura tallada en piedra verde.
Naymlap, considerado un héroe civilizador, trajo consigo un ídolo de piedra verde conocido como Yampallec, el cual representaba su figura y era adorado como un símbolo de poder y protección para sus seguidores. Al morir, su séquito aseguró que Naymlap no había fallecido, sino que había volado hacia un lugar desconocido.
Según las investigaciones, Yampallec representaba poder y protección, y fue relevante en las creencias religiosas de la cultura Lambayeque. La veneración hacia Naymlap como figura ancestral marcó la base de las tradiciones de esta civilización.
En la cerámica Lambayeque, el Huaco rey lleva un tocado o corona, a menudo decorado con plumas, y viste ropajes que denotan su estatus elevado.
Los arqueólogos indican que el Huaco rey tenía una función tanto religiosa como social, consolidando el papel de los líderes Lambayeque como figuras sagradas. Estos líderes eran considerados descendientes directos de Naymlap, lo cual les otorgaba autoridad y una conexión especial con los dioses y ancestros.
Las figuras cerámicas ocupaban un rol importante en la cultura Lambayeque. Se realizaban ofrendas de cerámica, textiles y metales preciosos, todos decorados con la figura del Dios Sicán. Estas ofrendas buscaban intentar mantener la conexión entre los vivos y sus ancestros divinos, especialmente con Naymlap.
La cerámica Lambayeque se distingue por sus formas únicas, que incluyen figuras con rostros enigmáticos y un detallado trabajo en los tocados y vestimentas. Muchas de estas piezas incluyen motivos de animales y símbolos geométricos.
Características como los ojos alargados y el rostro inexpresivo son recurrentes en las figuras del Dios Sicán, lo que les confiere una cualidad llamativa.
También es común encontrar felinos y aves, lo que indica que estos elementos tenían un significado simbólico relacionado con las cualidades divinas en la cosmovisión Lambayeque.
Si deseas explorar más sobre la cultura Lambayeque y el Huaco rey o Dios Sicán, te invitamos a visitar El Brujo. Aquí podrás conocer de cerca las piezas cerámicas que muestran esta figura ancestral y descubrir la historia que los Lambayeque dejaron como herencia. Sumérgete en esta experiencia única y revive la grandeza de una de las civilizaciones más enigmáticas del Perú antiguo.
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