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La Huaca Cao Viejo, ubicada en el complejo arqueológico El Brujo en Magdalena de Cao, en La Libertad, es uno de los temp ...
La cultura mochica ha sorprendido por sus prácticas funerarias complejas. Entre los descubrimientos más destacados está ...
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Los fardos funerarios de Lambayeque representan uno de los aspectos más intrigantes de las prácticas mortuorias de las sociedades prehispánicas del Perú. En la época Lambayeque, la preparación del cuerpo, los objetos depositados y la forma de la tumba estaban asociados a los esquemas ideológicos compartidos, donde se movilizaban recursos materiales y humanos para la realización de los rituales funerarios. Asimismo, los componentes y características de las tumbas nos aportan información sobre las condiciones sociales y de vida de los fallecidos. Esto último a partir de determinación de la edad, el sexo y las posibles enfermedades que pudieron padecer.
Contrario a la creencia popular, la mayoría de los fardos funerarios encontrados en El Brujo no pertenecen al tiempo Mochica (100-800 d.C.), sino a la época Lambayeque (800-1375 d.C.). Tras el colapso de la sociedad Mochica, la Huaca Cao Viejo fue reutilizada como cementerio. En el talud que cubría la fachada norte del templo, se excavaron fosas donde se colocaron los fardos.
En este artículo, exploramos paso a paso cómo se realizaban estos antiguos preparativos, desde la posición del cuerpo hasta la elección de los textiles y ofrendas, que conformaban los parámetros políticos e ideológicos de su época.
El proceso de elaboración de los fardos funerarios comenzaba con la cuidadosa preparación del cuerpo de la persona. El cuerpo podía ser, la mayoría de las veces, colocado en una posición sentada y flexionada.
Una vez que el cuerpo estaba preparado, se iniciaba el proceso de enfardado en varias capas de textiles. Los fardos funerarios de El Brujo poseían elaborados envoltorios. La preparación del fardo funerario consistía en cubrir al individuo con textiles de algodón. Empezaban cubriendo la cabeza y luego el resto del cuerpo; para evitar que se desprendan las telas, un grupo de cuerdas de algodón ajustaban el fardo a la altura del cuello y tórax. Este proceso de recubrir al individuo se realiza varias veces, haciendo que el fardo gane tamaño y volumen.
Como en otras sociedades prehispánicas, se seleccionan objetos para ser colocados en el proceso de entierro. Entre estos objetos destacan las cabezas y patas de camélido, cuidadosamente puestos junto al cuerpo. Dichas partes anatómicas del animal tienen un contenido cárnico muy limitado y se colocaban con restos de piel y pelaje.
Asimismo, destacan las botellas de cerámica globular conocidas como Huaco Rey. En la parte superior de la misma se representaba un personaje con ojos alargados o alados que muchas veces estaba flanqueado por felinos u otros personajes nadadores o voladores.
Entre las ofrendas más comunes se encontraban las ollitas con diseños impresos y restos de hollín, recipientes elaborados en mate y platos con base trípode.
Si te interesa profundizar en los detalles de estos hallazgos y explorar más sobre el contexto funerario, te invitamos a descubrir el libro Fardos Lambayeque en El Brujo. Esta publicación busca destacar este invaluable legado histórico y ofrece un catálogo de la colección de fardos funerarios del complejo arqueológico El Brujo, ubicado en el valle bajo del Chicama.
El libro no solo organiza y clasifica la evidencia encontrada, sino que también documenta cada pieza fotográficamente con gran precisión, siguiendo altos estándares científicos y éticos. A través de esta obra, se abre una nueva perspectiva para comprender mejor las prácticas funerarias prehispánicas, así como las estructuras sociales y rituales mortuorios del antiguo Perú.
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