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Las tumbas Mochica destacan en la arqueología peruana puesto que representan gran parte de la idiosincrasia de esta cultura precolombina. La naturaleza de la forma y el contenido han sido sujetos de incesante investigación científica. Sin embargo, ello sólo representa una parte de la práctica funeraria puesto la muerte de un individuo y el ritual que se realiza alrededor de este sirven para encontrar respuestas a las creencias de esos tiempos.
Estas prácticas que se daban antes, durante y después del entierro no fueron registradas, y hasta el momento solo se tienen teorías indirectas. Por ejemplo, cuando se iniciaron las excavaciones en el cementerio José de Moro, se registraron paicas de cerámica en los pisos y otros depósitos que correspondían al consumo de chicha. Por ende se supuso que mientras enterraban a sus muertos, los mochica tomaban esta bebida.
Cuando se enterraba a algún poblador de la cultura Mochica, entraba en juego los sistemas de creencias moche, la identidad y el rol del individuo, su posición social, su género, etc. Es por eso que en el caso de gobernantes o sacerdotes, se observa que alrededor de ellos hay ofrendas, textiles finos e incluso sacrificios a sus costados. En el caso de un poblador pobre, los rituales eran más cortos y menos ostentosos.
Se han logrado diferenciar dos tipos de tumbas en la historia de la cultura mochica: De bota y de cámara. Cada uno corresponde a un patrón diferente según su posición geográfica. En Sipán, en la Huaca de la Luna y Huaca El Brujo, se encontraron tumbas de cámara correspondientes a períodos diferentes a los de San José de Moro. Se especula la posibilidad de que cada tumba se haya pensado conforme a las condiciones naturales del terreno; si una se encontraba en terreno compacto, se podía construir cámaras.
Otra diferencia que se ha descubierto es la inclusión de artefactos de uso doméstico en las tumbas. Generalmente en las tumbas no se ha encontrado mucha presencia de este tipo de artefacto, en contraste a Pacatnamú y San José de Moro, donde se descubrió mayor cantidad de ollas y jarras domésticas, independientemente de que estas pertenecieran a individuos de la élite o del pueblo.
Es importante recalcar que los rituales de la muerte estuvieron entre las actividades ceremoniales más significativas y reglamentadas para los Mochica. Se invirtió una gran cantidad de la riqueza producida y se contó con la participación de gran cantidad de gente para estas funciones. La representación del rol social del individuo era íntimamente recreado en su tumba.